Escuchar. Según nosotros, lo hacemos todo el tiempo, y – aparentemente – muy bien. Al menos es lo que suelo escuchar cuando pregunto a un coachee o participante de taller «¿y qué tal te va escuchando?». Todos escuchamos bien. Y tal vez tengamos razón. Así que valdría la pena cambiar de pregunta. Aquí la nueva versión: «Cuando escuchas, ¿hacia dónde escuchar?»
Sí, podría ser considerada una pregunta tonta, de fácil respuesta: Hacia afuera. Pero, detengámonos un momento y analicemos una escena cualquiera, por ejemplo, la siguiente:
Laura llegó tarde al trabajo hoy. Javier, su jefe, apenas la ve llegar, la llama para hablar sobre algunos temas urgentes del día. Laura siente la necesidad de disculparse. «Disculpa, Javier, el tráfico, no sabes cómo se puso hoy, con el inicio del año escolar…» Javier lo sabe. Hace una ruta similar. Pero no es eso lo que quiere saber. «¿Podrías hacer un comparativo sobre el comportamiento de estos cinco productos contra las cifras del año pasado? Lo necesitamos para la reunión del mediodía» Laura se siente fastidiada: «[Como llegué tarde, me empieza a presionar. Ahora me da la tarea más complicada con el tiempo más ajustado]» De inmediato responde: «Haré mi mayor esfuerzo. Pero tú sabes que no es tan rápido. El sistema anda lento, no toda la data está disponible, y ya tenía varias cosas más por hacer…» Javier no está para excusas: «Si no puedes hacerlo, le pediré a Martín que lo haga…» Laura replica de inmediato: «Claro que puedo, pero libérame de los demás temas…» mientras piensa «[Si me recarga, fallaré de todos modos. ¿Por qué simplemente no me llama la atención, me amonesta, me suspende, lo que sea, y luego me deja en paz?]» Javier cierra la conversación: «No es necesario. Sigue con lo tuyo. Yo lo veo con Martín.» Laura quiere continuar: «Pero yo podría ayudar…» Javier repite: «No es necesario. Gracias.»
¿Estaba Laura escuchando realmente a Javier? ¿O estaba más atenta a su defensa, su justificación, y su desplazamiento de la culpa hacia Javier? ¿Y Javier estaba escuchando realmente a Laura? ¿O estaba mucho más centrado en su problema, en la urgencia, en el producto requerido para el mediodía? En este, como en muchos casos cotidianos, nos encontramos con dos personas que habla en un mismo contexto, pero no conversan.
Podríamos hablar de las escaleras de inferencia creadas por ambos protagonistas, pero eso ya será objeto de otro artículo posterior. Podríamos tratar de entenderlo desde las diferencias del oir y el escuchar, pero en realidad no solamente oyen (perciben los sonidos), sino que escuchan (comprenden el significado). El problema es que no escuchan desde y hacia el otro, sino desde y hacia sí mismos. Las interpretaciones parten de sus propias creencias, expectativas y formas de ver el mundo. Escuchan para sí. Por eso Laura escucha un llamado de atención, escucha una voz apremiante que la pone entre la espada y la pared, dilema del que trata de salir con angustia. Por eso Javier escucha incapacidad, evasión y desgano.
Atribuimos y ponemos contenidos en el otro, y es una práctica que podríamos llamar «normal», pues es imposible mirar el mundo con ojos de objetividad en tanto seamos sujetos y no objetos. Y allí está el reto: En reconocer esas subjetividades para mantenerlas bajo control. E incluso para hacer un buen uso de las mismas.
¿Cómo saber si estamos escuchando hacia adentro en lugar de escuchar hacia afuera? Aquí algunas pistas:
- Estamos más atentos en el impacto que tendrán las palabras del otro sobre nosotros que en el otro y la intención de sus palabras.
- Estamos más preocupados en responder a lo que nos dicen que en comprender lo que nos dicen.
- Emitimos juicios («está diciendo esto porque esto») en lugar de apegarnos a lo que escuchamos.
- Recurrimos al pasado y a la generación de hipótesis para «hacer teorías» sobre el motivo de las palabras.
- Estamos más preocupados por nosotros que por los otros.
¿Qué podemos hacer para escuchar desde y hacia afuera? Se me ocurren, en principio, algunas ideas:
- Prestar atención máxima a quien nos habla. Como quien escucha una clase magistral importantísima. Como quien disfruta una pieza musical que bordea la perfección. La escucha hacia afuera parte del respeto hacia ese otro y la valoración de lo que nos dice.
- Tomar nota de lo que nos viene diciendo.
- Prestar atención a las palabras que utiliza, a las formas que genera, a los hechos que narra.
- Escuchar para co-construir: Realizar preguntas, buscar profundizar, solicitar aclaraciones o desambigüaciones, nos convierten, de alguna manera, en co-constructores del discurso del otro, y como tal, partícipes auténticos de la conversación.
- Evitar interrumpir.
- Respetar los silencios.
La lista no es exhaustiva, y no funciona en todos los casos. Cada persona es única y debe reconocer con qué acciones se compromete, o cuáles de estas sugerencias conversan mejor con su forma de ser, pensar y hacer.
Lo que no está permitido es dejar de practicar esta escucha. Así que, al finalizar cada conversación, pregúntate «¿Escuché hacia afuera o hacia adentro?» y antes de empezar la siguiente asegúrate de implementar todos los cambios necesarios para escuchar con la más alta fidelidad.