Generaciones

Apreciar. Integrar. Potenciar.

La convivencia generacional al interior de las organizaciones es tan antigua como el ser humano. La particularidad actual de la preocupación que lleva a cientos de ejecutivos a inscribirse en talleres del tipo «Cómo trabajar con millennials» está reflejada en al menos 3 corrientes que convergen:

  • La velocidad con que las generaciones se definen. Al ser todo más rápido, los estancos generacionales se instalan bastante rápido también.
  • La potencial amenaza que supone el ímpetu de las nuevas generaciones para quienes llevan años en el mundo del trabajo en tiempos donde el más joven es el que mejor se adapta.
  • Los resultados desastrosos de no hacer nada al respecto: Alta rotación, escaso compromiso, desempeño fuera de los estándares esperados, etc.

Pero, cuidado: las generaciones no son cajas en las que podemos poner a las personas. Son marcos de referencia, en los que uno encaja total o parcialmente, más hacia en centro o más hacia los bordes. Es como el tiro al blanco. Definir y etiquetar son tareas inútiles.

La propuesta de tres momentos que subtitula esta sección es mi mirada personal en torno al «problema» intergeneracional, verdadero dolor de cabeza de decenas de organizaciones y miles de personas de generaciones como la mía: Apreciar. Integrar. Potenciar.

Soy un admirador de las nuevas generaciones (la GenZ y los más jóvenes que ellos), aprendo de ellos, mientras me ayudan a creer. Y las oportunidades de integración en proyectos conjuntos son fascinantes.

Para conocer más sobre el trabajo que realizo en el campo de la intergeneracionalidad, visita NextGeneration.Life

 

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